Europa ha recolocado a 272 refugiados de los 160.000 pactados. Los números hablan solos para desvelar los verdaderos objetivos de la UE. Cerrar fronteras. Entre enero y noviembre del año pasado, más de 18.000 refugiados fueron expulsados de Alemania. En Suiza obligan los solicitantes de asilo a entregar sus bienes como forma de pagar los “gastos de gestión y de estancia en el país”. Las humillaciones son las más grotescas.
Por May Assir y Gabriel Huland
En Madrid una familia de once personas se enfrenta a un desahucio porque están en el paro y ya no reciben ninguna ayuda del estado. Por otro lado, los ataques de París y el extraño, y hasta ahora no explicado caso de las agresiones sexuales en Colonia, funcionan como catalizadores del racismo y la xenofobia. La reacción de las autoridades europeas ante la crisis es la de sonreír ante las cámaras y maltratar a los refugiados cuando se apagan los focos.
La medida más reciente es la de establecer un límite anual de solicitudes de asilo. Austria ya lo ha fijado en 37.000 en 2016 y la idea es ir reduciéndolo año tras año. La CSU de Alemania, partido hermano de la CDU de Angela Merkel, reivindica que se haga lo mismo en este país y que se avance hacia el control e incluso el cierre de fronteras en el futuro próximo.
Christine Lagarde, directora del FMI, explica cuales deben ser los objetivos de Europa en relación a los refugiados. “A corto plazo, la llegada de refugiados elevará el PIB de la zona euro”. Para eso defiende la anulación de la obligatoriedad de pagar un salario mínimo para las empresas que contraten a inmigrantes y refugiados.
No hay perspectiva de solución para esta situación. La burguesía imperialista de Europa está utilizando los refugiados para mantener sus tasas de ganancia a partir de la super explotación de esta mano-de-obra bastante especializada y que está dispuesta a trabajar porque tienen que reconstruir sus vidas y ayudar a sus familiares que no han logrado llegar al viejo continente.
Las redes de acogida y de solidaridad deben seguir su labor humanitaria pero siempre buscando la combinación con el trabajo de presión hacia las instituciones públicas, de movilización social, de alianzas con las organizaciones sindicales y los movimientos sociales de los distintos países, así como de denuncia de las políticas discriminatorias de la UE, que no visan amenizar el sufrimiento de estas personas sino utilizar esta situación para su propio beneficio económico.