En Estados Unidos, el presidente es negro. En Baltimore, la alcaldesa es negra y el jefe de policía también. De hecho, 63% de la población es negra. Sin embargo, esto no impidió que otro joven negro fuese muerto a manos de la policía estadounidense y se desencadenase en el país una nueva oleada de protestas antirracistas.

Desde el último final de semana, la ciudad del estado de Maryland, a 40 kilómetros de Washington D.C., con cerca de 600 mil habitantes, vive un escenario de guerra. El gobierno decretó el estado de emergencia y el toque de queda. Fueron quemados edificios y automóviles. Los primeros informes hablan de quince edificios y 144 automóviles incendiados. Hay decenas de heridos y centenares de presos.

El detonante de la nueva tensión racial fue el caso del joven negro Freddie Gray, de 25 años, preso el 12 de abril. Acusado de portar una navaja, vídeos grabados por testigos muestran que fue tirado al piso durante la detención y gritaba de dolor al ser colocado dentro de un auto de la policía. El joven permaneció en coma por siete días y murió en el hospital, como consecuencia de una grave lesión en la columna vertebral. Seis policías, todos blancos, fueron separados de la fuerza.

Desigualdad y racismo

En la ciudad, la desigualdad es una de las más notorias de Estados Unidos, con 23,8% de la personas por debajo del nivel de pobreza, según la Oficina del Censo. Gray vivía en una das regiones más carentes de Baltimore: el barrio de Sandtown. En este barrio, más de la mitad de las familias ganan menos de US$ 25 mil al año y más de 20% de la población adulta está desempleada, según un informe oficial del Departamento de Salud de Baltimore, en 2011.

En las protestas que conmueven al país el sentimiento es de indignación y bronca ante de una situación que se ha repetido en los últimos anos en el corazón del imperialismo mundial. Otros casos de asesinatos de negros, siempre por parte de policías blancos, como Michael Brown, Tony Robinson y Walter Scott, demuestran que la policía estadounidense actúa de manera racista y extremadamente violenta. Llama la atención el uso de técnicas de detención y armamentos totalmente impropios.

La oleada de protestas en todo EEUU muestra cómo el país gobernado por Barack Obama continúa siendo un país racista, en el que los negros y negras son vistos como criminales potenciales y “objetivos de tiro” de la policía. Nada mucho diferente de lo que ocurre en Brasil y el verdadero genocidio que las policías militares (PM) también promueve en las periferias y favelas del país.

“Los Estados Unidos se enriquecieron con la esclavitud y tiene la mancha de la segregación en gran parte de su historia”, dijo el presidente del PSTU de San José dos Campos (San Pablo) y suplente de diputado federal, Toninho Ferreira.

“La política imperialista de EEUU, que promueve la rapiña y la superexplotación de otros pueblos, también tiene su aplicación dentro del propio país, excluyendo a los negros, a los inmigrantes y a los más pobres. Así, es la unión de desigualdad y racismo que provoca tensiones cada vez mayores”, opina Toninho.

Ante los conflictos de Baltimore en los últimos días, Obama, los gobernantes y la prensa intentan dividir a los manifestantes en “pacíficos” y “vándalos”. Pero ya Martin Luther King (1) (cuya muerte, hace casi 50 años también fue motivo de enfrentamientos en Baltimore), decía: “Los disturbios son el lenguaje usado por los que no son oídos”.

Somos todos Freddie Gray, Michael Brown, Tony Robinson, Walter Scott, Amarildo, Douglas, Jean, Cláudia y tantos otros muertos por el racismo y la barbarie capitalista, en EEUU, en Brasil y en el mundo.

1. Martin Luther King: pastor protestante negro que se transformó en el principal líder de las movilizaciones antirracistas de la década de 1960. Fue asesinado en 1968.

 

Traducción: Marcelo Korman